lunes, 16 de febrero de 2009

EL VIAJE: 14/07 A RECOGER LOS PAPELES

Y llegó el viernes, ese día tocaba ir al registro a recoger los papeles, la guía nos dijo que no nos preocupásemos que ella iría a buscarlos. Nosotros tomamos un buen desayuno y luego de paseo por la capital, le dijimos a la guía para ir al centro y si era posible ver la estación del tren (la cabra tira al monte, y nosotros somos ferroviarios) para matar la curiosidad y el tiempo.


Como comentaba en el post anterior, todavía teníamos que ver una vez más la pobreza de cerca y fue nada más salir del hotel. Nosotros salíamos del hotel (de 5 estrellas), con una furgoneta, chofer, dos guías y según salimos por la puerta nos encontramos de frente con una señora muy mayor que iba con su marido, que era minusválido, tirado sobre unos tablones que tenían unas ruedas y la señora, para que su marido se pudiera mover, le ponía un palo delante con el que él se agarraba y utilizaba para avanzar. La imagen fue muy fuerte, y sobre todo el explicarle a María, con 5 años, que ese señor estaba así porque no tenía dinero para una silla de ruedas. Es dificil entender una cosa así cuando tenemos de todo y no nos falta nada esencial.




Después de esta escena nos dirijimos en la furgoneta hacia el centro y allí nos acercamos a la estación del tren. El edificio era impresionante, nuevo, moderno y bastante limpio.





Era muy curioso el ver cómo todo el mundo esperaba en la calle, ya que no se podía entrar en el edificio si no se tenía el billete. La gente hacía la cola tranquilamente y que mejor forma que esperar comiendo algo "comodamente", y luego aquí se quejan que el asiento de la sala de espera es duro (si es que todo es vicio, je,je).


Les comentamos a las guías si era posible ver la estación por dentro, los andenes y los trenes. Pero por lo que nos dijeron no era posible, entonces cogieron y se acercaron donde el jefe de estación o eso creemos, y le debieron contar una historia sobre que a Ane le habían abandonado en la estación y queríamos ver el sitio si era posible. Pues nada que para adentro, con todo el morro del mundo, y parecían unas chicas buenas. Lo peor del caso es que al Jefe de la estación no le extrañó lo más mínimo que le hubieran abandonado en la estación, con lo cuál a Ane no pero a alguna otra seguro que sí fué abandonada allí.




Luego fuimos al centro de la capital a ver la plaza del pueblo, con el gran Mao presidiendola, dimos un paseo por allí y vimos como bailaban en la plaza un grupo de personas (algo muy habitual), también paseamos por la zona y pudimos ver cosas típicas en china, como una tienda donde se puede encontrar cualquier pieza, los típicos andamios de bambú y los carros imposibles (porque no entra ni un alfiler más) y de vuelta al hotel, que había que preparar las maletas para la vuelta a Beijing al dia sigiente.




Para acabar el día Ane decidió que tenía que coger la última casqueta en la provincia y nada que lo hizo con ganas. Al día siguiente tocaba tres horitas de avión hasta Beijing.












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